DICTADO 6 (1ºESO)

 Cuando estaba vivo y tenía el corazón humano no conocía las lágrimas -contestó el Príncipe Feliz-. Vivía en el Palacio de la Despreocupación, donde la tristeza tiene prohibida la entrada. Por el día jugaba con mis amigos en el jardín y por la noche presidía el baile en el gran salón. Un muro muy alto rodeaba todo el jardín, pero yo jamás me molesté en averiguar lo que había al otro lado, porque todo lo que me rodeaba era maravilloso. Pero ahora que estoy muerto me han colocado aquí, tan alto, que puedo ver toda la fealdad y la miseria de mi ciudad, y, aunque mi corazón es de plomo, no puedo dejar de llorar. 

OSCAR WILDE, El Príncipe Feliz 

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