El Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita
TEXTO, AUTOR, FECHA Y TÍTULO
El libro se ha conservado en tres copias manuscritas y varios fragmentos. En él su autor confiesa llamarse Juan Ruiz y ser arciprestre de Hita.
También en los manuscritos aparecen dos fechas de composición 1330 y 1343. Esto ha hecho suponer que hubo en esos años dos redacciones sucesivas del libro, de ahí las diferencias entre los textos. Sin embargo, también hay quien opina que la obra habría tenido una única redacción y las divergencias de los manuscritos se explicarían por el complicado proceso de transmisión de los textos medievales.
Ninguno de los manuscritos aparece titulado. Modernamente, se propuso el título de Libro de Buen Amor, que ha sido generalmente aceptado, aunque también se ha seguido editando a veces como Libro del Arciprestre.
MÉTRICA, LENGUA Y ESTILO
El Libro de Buen Amor es un extenso poema de más de 1700 estrofas (unos 7000 versos), la mayor parte de ellos escritos en cuaderna vía, denominada también tetrástrofo monorrimo. Se compone de cuatro versos alejandrinos (14 sílabas), con rima consonante uniforme, repartidos en dos hemistiquios de 7 sílabas. Además de la cuaderna vía encontramos muchos otros tipos de estrofas en las que Juan Ruiz pone de manifiesto su dominio de la técnica de versificación.
También en su lengua y estilo abundan tanto los recursos retóricos propios de la tradición culta como los rasgos procedentes del lenguaje popular. De aquella serían muestra el extraordinario repertorio léxico y sintáctico, las múltiples repeticiones o enumeraciones, la acumulación de sinónimos, la anáfora, la interrogación retórica, los juegos de palabras. Serían deudores del lenguaje popular el uso del diminutivo con valor afectivo, el abundante empleo de refranes, los modismos, las exclamaciones. La variedad expresiva viene dada además por diálogos frecuentes, que dramatizan el relato. Hay mucha palabra hablada en el Libro de Buen Amor y de ahí la sintaxis desordenada, típica del lenguaje familiar, el ritmo cambiante de la entonación, el humor y el chiste. Y es que el aire festivo y burlón es característico de una obra en la que la ironía, la parodia y la caricatura serían rasgos básicos de un autor que no expresa en ella una visión complaciente del mundo.
ESTRUCTURA Y CONTENIDO
El libro está compuesto de abundantes materiales muy heterogéneos, hilvanados por el hilo narrativo de la primera persona:
a) prólogo en prosa que declara la intención de la obra.
b) una serie de aventuras amorosas con mujeres de muy distinta condición (una monja, una mora, las serranas...)
c) una colección de fábulas y cuentos con intención didáctica.
d) episodios como los de don Melón y doña Endrina, adaptados de textos latinos medievales.
e) digresiones morales.
f) sátiras y parodias.
g) pasajes alegóricos, como la pelea de don Carnal y doña Cuaresma.
h) composiciones líricas y juglarescas.
Tal diversidad adquiere unidad por el uso de la primera persona narrativa y por el tema común del amor y sus engaños. La peculiar disposición de los diversos textos del libro se ha relacionado con la literatura oriental, en la que son normales las estructuras sueltas y diversificadas, así como la voz omnipresente de un yo narrador semijocoso, que manifiesta explícitamente la ambivalencia sacroprofana de la obra. Se ha señalado además la influencia árabe en el ambiente, en la presencia del destino o en la figura misma de la Trotaconventos, concebida de forma positiva, según lo era la tercería en el mundo musulmán.
El influjo de la cultura cristiana medieval es también patente en el Libro de Buen Amor (la Biblia, los textos canónicos y jurídicos, los catecismos medievales...), como lo es asimismo el de la literatura latina (Ovidio, la comedia latina), sobre todo de textos latino-medievales, (Pamphilus de amore, De vetula).
Dos son los temas recurrentes en el texto: el amor y la muerte.
Todo lo creado aparece sujeto al amor, presentado como imperiosa fuerza natural.
Por momentos, el libro expresa una arrolladora fuerza vitalista, donde la sexualidad, el erotismo y la concepción placentera y sensual de los seres y cosas se encarnan en los personajes. En este sentido, pueden rastrearse elementos populares, folclóricos, carnavalescos o míticos que permiten considerar la obra de Juan Ruiz como rico documento que atestigua la pervivencia de ciertas formas paganas de entender la vida que no aparecen frecuentemente en los textos escritos de la época.
La muerte es la fuerza opuesta al amor y la vida.
Es posible advertir también la presencia de un destino marcado por las estrellas, al que los hombres no pueden escapar.
Corrupción, trastueque de valores y lucha individual de feroz pragmatismo son correlatos de la importancia concedida al dinero.
Frente a ese mundo egoísta y conflictivo, es verosímil, a pesar de la ambigüedad explícita de su autor y pese a la complejidad de las ideas que se entrecruzan en el libro (cristianas, orientales, paganas), la intención didáctica que Juan Ruiz dice querer que su libro tenga, quizás en el contexto de las reformas de la Iglesia de su tiempo, entre las que tiene especial importancia la de la confesión individual. En esta los individuos se encuentran ante la novedad de enfrentar en su intimidad su actitud pecadora con las normas morales que ellos mismos deben asumir. El Libro de Buen Amor presentaría el conflicto del yo pecador, que no puede resistirse a los impulsos naturales, y el yo moralizante, que ha interiorizado los valores cristianos dominantes.
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