La sociedad y la cultura en la Edad Media

 INTRODUCCIÓN



ARTE MEDIEVAL




IDEAS Y CULTURA MEDIEVALES

Tras la caída del Imperio Romano de Occidente en el siglo V, la cultura escrita se refugia en los monasterios, donde los monjes son los encargados de conservar y transmitir los saberes de la Antigüedad. Allí se copiaban a mano los libros (manuscritos), tarea muy laboriosa y costosa, ya que se realizaba sobre hojas de pergamino, el cual se elaboraba con la piel de los animales. Esto hace que los libros no sean muy abundantes y que no existan importantes bibliotecas fuera de las de los propios monasterios.  Esta cultura se caracteriza por una concepción cerrada del saber: se supone que todo está ya dicho, y de ahí la labor de copia del sabio, que es el que conoce con certeza los hechos. Ello explica el concepto de autoridad (en sentido cultural) tan típico de la Edad Media: será prueba de la verdad de una afirmación el que un autor antiguo (Platón, Aristóteles, los Padres de la Iglesia, etc.) lo haya afirmado en sus escritos. Toda esta visión estática de la cultura se corresponde con una visión estática del mundo: la sociedad es algo dado que no puede cambiar, algo inmutable. El tiempo se concibe también de forma no dinámica: el sucederse de los días no implica cambios, todo se mantiene inalterable. 

La verdad está establecida y definida de manera supraindividual, las variedades particulares son accidentes de un orden eterno e inamovible. Se trata, en definitiva, de una concepción teocéntrica de la realidad, en la que hay una ordenación jerárquica piramidal en cuya cúspide está Dios, que es quien justifica toda su creación. 

Existía por otro lado una cultura popular, no escrita, de transmisión oral, propia del estamento popular: una cultura de hondar raíces paganas, que todavía no había sido extirpada por la expansión del cristianismo. Por las referencias que quedan de ella a través de canciones, costumbres, fiestas y diversos motivos folklóricos de los que se ha conservado noticia, se trataría de una cultura propia de una sociedad agrícola, muy ligada a los ciclos de la naturaleza y muy vitalista, pues en ella los valores corporales y sensuales, vistos con desconfianza por la cultura oficial, tendrían un lugar preferente. 

A finales de la Edad Media, la cultura escrita saldrá de los muros eclesiásticos: la aristocracia refinará sus modos de vida y considerará un signo de distinción la posesión de libros y el interés por el saber. Ciertos nobles formarán entonces sus propias bibliotecas particulares y la cultura iniciará un irreversible proceso de secularización. A este proceso contribuirá también la aparición en las incipientes ciudades, desde finales del siglo XII, de las primeras universidades: Bolonia y Nápoles en Italia, París y Montpellier en Francia, Oxford y Cambridge en Inglaterra, Palencia y Salamanca en Castilla, en donde eran muy leídos autores antiguos como Virgilio, Ovidio, Horacio y Séneca. 

Culturalmente la mujer comienza a tener en los último siglos medievales una mayor presencia. Subordinada tradicionalmente al hombre, ha desempeñado un papel muy diferente en el estamento noble y en el llano. En aquel, ha permanecido recogida en el hogar y ha asegurado la perpetuación del linaje, en este ha participado en las duras tareas agrícolas, además de haberse encargado de las tareas domésticas. Desde finales del siglo XI, la mujer alcanza en el sur de Francia una insólita relevancia que la convertirá en la protagonista de la corriente literaria denominada amor cortés. La mujer será cantada por trovadores. Paralelamente la figura de la mujer logra una importancia sin precedentes dentro de la Iglesia a través de la revalorización de la figura de la Virgen y, en consecuencia, dentro de la literatura religiosa, cuya vertiente mariana será muy cultivada. La creación cultural del mito de la Virgen María en estos siglos no es quizás inseparable de la importancia de la mujer  en la literatura cortesana, que no evita en absoluto las referencias al amor carnal y que en Francia se encuentras ligada al apogeo de diversas herejías (cátaros, albigenses)

En la arquitectura y la pintura, el mundo cristiano medieval desarrolló formas artísticas propias. En los siglos X-XIII triunfa el arte románico, arte monástico, rural y señorial, muy adecuado a la estructura demográfica y económica del feudalismo. Desde mediados del siglo XII  y hasta el XV será el arte gótico el dominante: arte urbano, que conoce su esplendor a la par del crecimiento de las ciudades, expresión de la nueva burguesía que busca embellecer su ciudad. En la Península Ibérica florecerá también un arte mudéjar, fruto del entrecruzamiento entre las formas artísticas cristianas y las propias del mundo musulmán. 

Al final de la Edad Media, el desarrollo del comercio y de la economía mercantil favorece los viajes y el intercambio de ideas y el contacto entre culturas. El mundo estamental, orgánico y cerrado, deja paso a un nuevo mundo en el que cada vez son más importantes los hombres concretos, los individuos. Ello dará lugar también a la aparición de nuevos sentimientos, ajenos a la cultura más típicamente medieval: el individualismo, la soledad, la angustia personal. Y en el terreno literario serán bien relevantes grandes figuras con sus propios nombres, lejos de la anonimia característica de la primera literatura del Medievo: Dante y su Divina Comedia, Boccaccio y el Decamerón, Chaucer y los Cuentos de Canterbury, Ramón Llull en lengua catalana y Juan Ruiz en Castilla.

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