LAS MANOS, MIS MANOS
Las manos, mis manos, una mano oscura y la otra más clara, como si yo hubiera tenido un abuelo marqués y otro metalúrgico. […]La mano derecha está más trabajada, tiene una mayor biografía. Mi mano izquierda es más femenina, más sensible, posa y vuela. Marta y María, las manos. […] La mano, hacha, arma y herramienta, mi mano, tiene días de paloma, días de mano de Dios y días de garra, que es cuando la escondo y me las lavo mucho, por borrarles la sangre de no sé qué crimen remoto o futuro de la especie.
Pero los ojos, mis ojos, los ojos que miro y que me miran, en el espejo, los ojos por los que he visto el mundo, por los que el mundo se ha asomado a mí. El exterior me conforma a través de los ojos, estoy lleno de lo que he visto, de lo que he mirado.
Ojos castaños, un poco achinados, ojos cansados, hoy, reducidos detrás de las gafas, ojo izquierdo con menos luz, que matiza y precisa mejor lo pequeño, el hormiguero de las letras, en un libro, ojo derecho, más activo, agresivo, más cansado y congestionado, por el que ha ido pasando, doliente, toda la cultura del mundo y se ha quedado en él, embotada, escociéndome, como otras veces he dicho. Hilvano el mundo con los ojos.
Mortal y rosa, Francisco Umbral
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